a los putos cobardes que se ausentaron
Circulo de sorda hambre voraz
movimiento de inercia sepulcral,
eco en vacío mudo
de vanos objetos, de momento absurdo.
Sueño infinito, deseo encriptado;
al goce imbécil me encuentro anclado,
dejándome tragar por esta estúpida acción
que congela el recuerdo y aniquila la pasión.
Puta broma de arrabal;
extravío de un coma que alimenta mezquindad,
satisfacción de la fatalidad,
delicia mortificante que no dejo de buscar.
Orgasmo asesino de la presencia
depredador furtivo que toma al acto presa,
donde no pudo nacer la sorpresa,
retornando a la cobardía de la ausencia...
Doctor Veneno
Un lugar de letras que carecen de merito literario y de cualquier otro reconocimiento, el único propósito que tienen es el "decir" y abrir un espacio de letras para "otra letra". "La peor infamia es el silencio sin un decir".
jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 29 de junio de 2011
Amanecer Diferente
para alguien que no quiso ser alguien y termino siendo nadie
En mis sueños se extiende un escenario para entrar,
en un espacio amorfo que no logro recordar.
Cayendo al vacío no intento detenerme,
se acabaron las ficciones que convencen;
la isla que se creyó desierta está habitada,
enfrentada con la contradicción en una mirada.
Las palabras quedaron en el silencio desveladas,
en un laberinto vagaban intrincadas.
Golpeado por el filo de tu presencia
se dividió mi existencia.
Ahora me acompaña buscando la palabra que no miente,
Y sigo cayendo a un amanecer diferente...
en un espacio amorfo que no logro recordar.
Cayendo al vacío no intento detenerme,
se acabaron las ficciones que convencen;
la isla que se creyó desierta está habitada,
enfrentada con la contradicción en una mirada.
Las palabras quedaron en el silencio desveladas,
en un laberinto vagaban intrincadas.
Golpeado por el filo de tu presencia
se dividió mi existencia.
Ahora me acompaña buscando la palabra que no miente,
Y sigo cayendo a un amanecer diferente...
Doctor Veneno
jueves, 16 de junio de 2011
¿Psicoanálisis para qué?
Por Antonio Madrigal
(Fragmento)
El ser humano ha creado los discursos necesarios para otorgarse este grado categórico de “ser”, diferenciándose del resto de los seres con los que habita el planeta, y con la pretensión de superioridad dentro de los peldaños que componen la escala filogenética, denominándolos seres infra‐humanos, amén de sus designios como todo poderoso de su propio discurso.
Ante la bastedad de lo inaprehensible e incomprensible de su entorno, la máxima extensión de tiempo y espacio que lo rebasan en los avatares del universo, el hombre tiende a sentirse perdido. A este sentimiento Pascal se refería a que somos nada en comparación del todo.[1] Tomamos conciencia de la finitud de nuestra vida presenciando la muerte de los demás, aunque lo presenciamos como un evento lejano y casi ajeno, siendo en esencia, misterioso. Las interrogantes acerca de la existencia y permanencia en la vida han persistido desde las culturas más antiguas hasta las civilizaciones mas desarrolladas en las que intervienen producciones del intelecto humano.
Ramón Xirau refiere: “la filosofía se considera una cuestión de vida que es también cuestión más allá de la vida”, considerando a la filosofía, fundamentalmente, búsqueda de la verdad que puede encontrarse en periodos bien definidos del pensamiento occidental. Pero la trascendencia de cualquier idea se origina en la vida misma y para mantenerse en ella, es decir, si existe una elaboración filosófica, artística, científica o de cualquier otra índole que involucre la intención que menciona Xirau de ir “más allá de la vida”, forzosamente existe una vinculación a Otro, al cual habrá de dirigirse la obra para de otorgarle su estado de permanencia.
La creación humana sin embargo, se encuentra sometida a la circunstancia del contexto de histórico, Ortega y Gasset[2] considera que no existen las ideas eternas, sino tan solo ideas circunstanciales, por lo tanto el lugar de la creación se encuentra ocupado como la realización del acto en relación al Otro.
Las concepciones culturales, místicas y religiosas de los pueblos primitivos valiéndose de la mitología advenida para responder las causas de los fenómenos que se imponen rebasando las fuentes d explicación inmediatas, derivan en los paradigmas delineados por los modelos epistémicos constituyentes de las disciplinas científicas. Esta búsqueda constante con miras a la creación de un saber de carácter absoluto de primado teleológico no alcanza a se colmada, puesto a que algo en el camino falla, no es posible alcanzar aquello que por momentos aparenta ser poseedor de una claridad de sentido fundamentada en la razón, señalada como realidad.
El problema se presenta en el punto de “saber sobre el ser”, erigiendo en el decurso de la vida una irónica respuesta negando aquel pretendido saber, ocultándolo tras la inmediatez del semblante; en el intento por lograr aquel saber, nos remitimos indistintamente al Otro, al que suponemos un saber reflejo de la imagen que buscamos en él, pues algo se sabe de antemano, sin embargo ese saber es rechazado pues resulta insostenible.
La irrupción producida por la pregunta acerca del ser exige la construcción de un saber tomando la palabra como única vía de su develación. Sin embargo es bueno detenernos a pensar porque se genera; ¿por qué la “necesidad” de saber? o mejor dicho ¿por qué ese “deseo” de saber?, al parecer a toda búsqueda le antecede un deseo para realizarla, pero ¿al deseo que le antecede para producirlo?. Esta última pregunta es el punto de partida para iniciar la reflexión acerca del sujeto en la teoría y práctica psicoanalíticas, así como la utilidad de ésta última manifestada en la pregunta que lleva por título este trabajo, pues la preposición contenida en la misma expresa finalidad, destino, uso o utilidad de una acción, depositada en el acto analítico...
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lunes, 13 de junio de 2011
Breve descripcion de la Teoría sexual de Freud
por Antonio Madrigal
Las concepciones sobre la
sexualidad anteriores a Freud descasaban su fundamento en un enfoque
puramente biológico, elaborando una descripción de la estructura
orgánica y su ejecución mecánica, basada en un modelo epistémico
sostenido por la observación y comprobación empírica. El andamiaje teórico
que ira construyendo Freud acerca de la sexualidad parte de un
modelo epistémico que no esta sometido a la comprobación objetiva
de los hechos, y que a la postre será un rasgo distintivo en la
labor clínica del psicoanálisis: la escucha.
La sexualidad,
conceptualizada y concebida como un objeto mas estudio manifiesta un
rasgo característico de lo humano, evidenciando la particularidad de
los sujetos inscritos en el orden social, donde queda por fuera
de un saber absoluto, acabado y completo. En su génesis misma, la
sexualidad guarda una incertidumbre estructural que deja una falla
inconciliable en cada sujeto inmerso en la cultura, estancia
paradójica constituyente de su malestar. Por lo tanto la concepción
de la sexualidad obedece a una lógica distinta de las visiones de su
época, de la que no se puede dar cuenta sin la enunciación de los
sujetos algo sobre ella.
Freud revoluciono la
concepción de la sexualidad a partir de señalar la presencia de
ésta en la edad infantil, y con ello no solo cambio la imagen de los
niños como seres puros e inmaculados, también el lugar que ocupa la
sexualidad en la vida de los seres humanos, tanto de forma
constitutiva como causa patógena de lo que en su época agrupo como
afecciones psíquicas y corporales, delineadas en los cuadros
sintomáticos correspondientes a lo que ubicó como psiconeurosis y
neurosis actuales.
Para Freud tales
afecciones psíquicas guardan en su etiología un carácter sexual,
lo cual describe a partir del material clínico recabado con sus
pacientes y, se constituyen por distintos mecanismos. En las neurosis
actuales agrupa la neurastenia y la neurosis de angustia, y la
etiología sexual de este cuadro sintomático es situada como de
“índole actual”. La neurastenia es caracterizada por distintas
afecciones que en general producen un decremento en el rendimiento
para desempeñar la actividades cotidianas a causa de la
masturbación excesiva; la neurosis de angustia es provocada por
un desvío de en la descarga “normal” de la sexualidad, reflejado
en ataques de angustia, inquietud, angustia de expectativa. Las
psiconeurosis por su parte, se van a agrupar tres tipos: histeria,
neurosis obsesiva y la fobia, que presentan como rasgo principal una
etiología sexual arraigada en una vivencia infantil.
“La sexualidad en la
etiología de las neurosis” marca un punto de ruptura en el
abordaje de la sexualidad como causa de las afecciones psíquicas, ya
que apunta a construir un sustento teórico para las hipótesis Freud
del que se desprenden distintos hallazgos como el reconocimiento de
una sexualidad infantil, descubrimiento del complejo de Edipo y el
abandono de la teoría del trauma.
El reconocimiento de una
sexualidad infantil implico la reconsideración que la sexualidad
misma, que no está ligada únicamente una genitalidad, como
comúnmente se la había concebido hasta ese momento que la
sexualidad inicia al entrar en la pubertad. La sexualidad se muestra
en insospechadas manifestaciones que Freud descubre, y se configura
por distintos elementos que la componen como: el “objeto” sexual
y la “meta” sexual. La revisión del trabajo de Krafft-Ebing,
“Psicopatía Sexual” como referencia principal de su época para
la elaboración de “Tres ensayos de teoría sexual”, donde se
trata una gran diversidad de perversiones dirigidas a la satisfacción
sexual por una vía distinta a la considerada “normal”, Freud irá
desentrañando parte del enigma que representa la sexualidad, donde
el principal hallazgo es que no hay un saber sobre la sexualidad, pues
ésta siempre guarda un aspecto inasible para los sujetos, por lo
tanto tampoco existe un ejercicio “normal” o “adecuado” de la
misma, ya que se construye en una dimensión psíquica que no
obedece patrones orgánicos.
Cuando Freud menciona que
el infante es un perverso polimorfo apunta justamente al aspecto que
escapa a una concepción de una sexualidad normal, puesto que la
sexualidad del sujeto se constituye por caminos inciertos trazados
por los avatares de la vida que nunca se alcanzan a cubrirse para
monitorear el origen de su constitución psíquica.
Esto también se debe a
que para Freud el objeto de la satisfacción sexual esta originalmente perdido,
dejando así, una huella que inevitablemente orientará a los sujetos
a la búsqueda del mítico reencuentro donde se lograría una
satisfacción plena con ese objeto.
El empuje que mantiene la
búsqueda constante de los objetos para la satisfacción sexual se
enmarca en un concepto fundamental para el desarrollo teórico
freudiano: la pulsión. Carente de cualidad, la pulsión es
considerada “como una medida de trabajo para la vida anímica”,
sirviendo como un deslinde de lo anímico con lo corporal. Freud
ubica en el origen de la pulsión sexual infantil estos momentos: “a)
como calco de la satisfacción vivenciada a raíz de otros procesos
orgánicos” (alimentación); “b) por una apropiada estimulación
de las zonas erógenas” (erotización); “c) como expresión de
algunas ‘pulsiones’ cuyo origen todavía no comprendemos bien”.
Para llevar a cabo la satisfacción, las pulsiones se sirven de un
objeto lábil, pues la diversidad de representaciones que este puede
tener es infinita, y se rigen por una satisfacción parcial, cuyo
intento de unificarlas deriva se dirige a una pulsión genital que
fracasa, debido a la imposibilidad de los objetos para obturar la
perdida originaria del objeto.
Freud propone una
organización sexual infantil que divide primero en cuatro fases y
posteriormente en cinco, con el propósito de delimitar momentos del
desarrollo sexual, las zonas erógenas y el objeto con el que se
relacionan. Primero, al estar apuntalado a las pulsiones de
autoconservación, la fase pregenital oral encuentra su satisfacción
en la zona de la boca y sus contornos, y la meta sexual consiste en
la incorporación del objeto cuyo representante podría ser el seno
materno; una segunda fase pregenital es la sádico-anal,
caracterizada por la diferenciación de opuestos que todavía no se
alcanzan a identificar como masculino y femenino, pero si como activo
y pasivo, teniendo como zona erógena la cavidad anal, obteniendo
como satisfacción la retención y expulsión de las heces que se
juegan como objeto; la secuencia continua con la fase fálica, en la
que, para ambos sexos se rigen por un primado fálico, organizando la
sexualidad en torno al falo e indiferenciandola, en la que se
inscribe el complejo de Edipo; la fase siguiente es la de latencia,
donde se presenta un adormecimiento de las pulsiones sexuales, volcando
la libido hacia el conocimiento y lo intelectual, haciendo sucumbir a la
masturbación y el interés sexual ante la represión, que habrán de
reordenarse durante la adolescencia; por ultimo la instauración del
primado del falo al servicio de la reproducción se enmarca en la
fase genital, donde se presume una integración de los objetos, cuyo
intento de unificarlas se dirige a una pulsión genital que fracasa,
debido a la imposibilidad de los objetos para obturar la perdida
originaria.
miércoles, 1 de junio de 2011
Estupida Ilusión
a un estúpido que cree en el amor.
Vives el fracaso de tu busqueda
ficción sostenida por falsa afirmación,
intentas convencerte de una fe ciega e hiriente.
Tratas de llenar el vacío de actos nobles,
reeditando la presencia de algo que escondes;
gota a gota te llenas de dolor
enterándote que eres un iluso con fe en el amor,
y te derriba tu derrota anticipada
consecuencia de tu estúpida vida esperanzada.
Infame mierda encantada;
e insistes en quererte inventar
que después de largo tiempo puedes amar.
Las palabras van cayendo por el desfiladero
ante la nada con golpe artero,
anoticiandote del paso del tiempo,
donde el final fue partir de un triste veintitrés de enero.
Doctor Veneno
Vives el fracaso de tu busqueda
ficción sostenida por falsa afirmación,
intentas convencerte de una fe ciega e hiriente.
Tratas de llenar el vacío de actos nobles,
reeditando la presencia de algo que escondes;
gota a gota te llenas de dolor
enterándote que eres un iluso con fe en el amor,
y te derriba tu derrota anticipada
consecuencia de tu estúpida vida esperanzada.
Infame mierda encantada;
e insistes en quererte inventar
que después de largo tiempo puedes amar.
Las palabras van cayendo por el desfiladero
ante la nada con golpe artero,
anoticiandote del paso del tiempo,
donde el final fue partir de un triste veintitrés de enero.
Doctor Veneno
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